Paseo por el mar

A orillas del mar te encuentro,
esperando sentada y en silencio.
No sé cuántas vidas aguardamos,
sólo sé que por fin nos encontramos.

Quedan de más las palabras
cuando juntos nos arrodillamos,
quedan de más los pensamientos
cuando de la mano caminamos.

Te invito a dar un paseo
y explorar mar adentro,
te invito a nadar con las olas
y encontrar nuestro puerto.

Tantas vidas que vivimos
esperando partir juntos,
¡viaja conmigo princesa
que el paraíso nos espera!

Y antes de partir escucha:
¡quiero que te cases conmigo!
Dime tú si podré ser feliz
soñando por siempre contigo…

Arica, 29 de diciembre de 2011

Dolor y vida

Angustias solitarias han herido a mi aletargado corazón, que se desangra entre lágrimas y suspiros. Aguardo que se seque de recuerdos para poder así guardarte en el olvido y darte un callado adiós, pero antes te agradezco porque el sufrimiento que causaste me demostró cruelmente que si el corazón duele es porque está vivo.

La Paz, 9 de enero de 2011

Carta a mi amor

Santa Cruz de la Sierra, 4 de septiembre de 2010

Amada mía:

Ya pasaron 28 años, nací y viví preparándome para nuestro esperado encuentro. No sé si nuestros caminos ya se cruzaron, pero sé que llegará el momento en que, viéndonos reflejados cada uno en los ojos del otro, descubramos que compartiremos una vida de amor en esta temporal aventura.

Con tantas ansias te espero, que en el pasado creí que te había encontrado. Supongo que era necesario para mí aprender a amar, para que cuando te ame seas la mujer mejor amada en este mundo.

Pienso… pregunto… ¿serás?… ¿seremos?… Por ahora mis poemas hablarán de ti, de las veces que nos soñamos juntos compartiendo momentos eternos hasta el amanecer, que junto al sol, me cegó borrando tu imagen de mi mente, atemorizándome por perder la manera de reconocerte cuando cruces mi camino.

Pero quiero decirte algo, he decidido esperar paciente, viviendo feliz reservando mi corazón para ti. No sé cuándo llegarás, pero te esperaré, incluso si es necesario aguardar por ti hasta el último día de mi existencia. Y si en esta vida no te encuentro, te buscaré con el mismo amor en nuestras venideras aventuras.

Martín.

Un hasta luego es mejor

Nuestros caminos
se encontraron al fin,
aunque en momentos
separados por el azar.

Desconozco si es real
tan sublime sueño, quizás
sea una ilusión más
en esta travesía cruel.

¿Sabrás tú si tu destino soy yo?
¿Sabré yo si la bendita suerte
jugó en contra mía otra vez?
¿Sabremos juntos, amada mía,
que juntos debemos estar?

Ahora que te sé ajena
también es ajeno mi pensar,
porque no siendo tú mía
ajeno de mí también soy yo.

Nuestra atribulada historia
llena de fortuitos desencuentros,
no me deja más que una triste
desesperación por esperar.

Si te dijese adiós,
por simplemente esperar
un tiempo de paz
para poder callar,
mudo moriría
por vivir en tu silencio,
solo moriría
por naufragar sin ti.

Por eso un hasta luego
me invita a soñar
una vez más con el azar,
que algún futuro nos traerá
para juntos volver a estar.

Angustia nocturna

Algo en mi vida se ha perdido.
Transcurre una noche eterna
porque robaste el sol y su calor.
No me queda mas que buscar
el amanecer en tu mirada
y sus sonidos en tu voz.

Y veo tus ojos…

Me encuentro sumergido
en el verde mar de tus ojos,
busco vestigios flotantes
que me salven con premura
de sus abismales profundidades.

Angustiosas mareas nocturnas
amenazan con callarme,
condenándome violentamente
a la fría y silenciosa oscuridad.

Y escucho tu voz…

Lacónica y gravitante
canta terribles melodías
de indescifrable certidumbre,
haciendo muda mi ausencia
en sus versos indiferentes.

La más triste de tus canciones
me cuenta tu vida sin mí,
¡Dichosos los hombres sordos
que no escucharon su omisión
en la resonancia de tu voz!

Y la noche sigue…

¡Ay de esta espera agobiante!
¿Cuándo veré mi sonrisa
reflejada en tus ojos?
¿Cuándo escucharé mi nombre
en tus canciones de amor?

Brevedad

Ayer fuiste alegría,
sueños y esperanza,
fuiste milagro,
fuiste amor…
amor y resurrección.

Hoy eres distancia,
calladamente lejana,
eres penumbra,
eres pena…
pena y melancolía.

Mañana serás ausencia,
silencioso vacío,
serás oscuridad,
serás muerte…
muerte y soledad.

Razón

Bendita seas de entre todos los males
verdadero fruto del árbol de la sabiduría,
por ti dejamos el paraíso y
nos lanzamos al abismo,
a una aventura sin sentido,
a una locura,
al fin,
a empezar otra vez,
porque no eres más que una serpiente
que devora con ansias su propio cascabel.

Cuántas veces te creímos absoluta,
y a cuántos hemos quemado por tal mentira,
¿será que estamos condenados a la ignorancia?
¿seremos acaso verdugos por tus prejuicios?

Nos aferrarnos a ti durante vidas enteras
caminando a un falso horizonte,
hasta que sin saber nada,
desconociéndolo todo,
morimos,
tal como nacimos,
comprendiendo entonces tu inutilidad.

Vivimos, deseando que mediante ti lleguemos
al logos, al significado, a la palabra,
y no a la simple sensación,
que era la única habitante antes de ti.

Pero,
la sabiduría acaba…
cuando la descubrimos.
Es espejismo,
es sueño,
es nada,
no es.

Santa Cruz de la Sierra, 3 de diciembre de 2009

No quiero soñarte otra vez

Momentos fugaces y eternos acompañanlos
últimos instantes de mis sueños,
tus rastros desaparecen como las estrellas
y tus indicios parecen mentiras mudas.

Atravieso incandescentes tinieblas,
largo es el día de búsqueda y persecución.
Añoro la oscuridad de mis noches de ensueño
porque despierto no me sirve el amor.

Y ahora…
la noche me muestra las estrellas
y aguardo en cada una de ellas
tus pistas, tus huellas.

Y mañana…
quiero encontrarte a la luz del sol,
liberarme de las tristes pesadillas
que despierto sufro sin tenerte.

Y para siempre…
llévate mi último suspiro,
mis días sin ti duelen
y no quiero soñarte otra vez.

Santa Cruz de la Sierra, 10 de noviembre de 2009

Drama gatuno

Cuando Manuel se encontró frente al veloz devenir del pavimento, la refrescante brisa lo liberó del tedio y sintió la anhelada paz alcanzable solamente con el silencio de la soledad. Este es el drama de un gato desesperado.
Hacían ya dos años que compartía el departamento con Andrea y, haciendo justicia a los hechos, tenía mucho que agradecer al destino que lo había unido al calor maternal de su compañera. Apenas dejaba de ser un crío cuando una Noche Buena fue recibido con dulce afecto en su nuevo hogar.
Si bien las primeras semanas de convivencia lo encontraron bastante introvertido, más que por un azar de su carácter, por una timidez que amenazaba con alejarlo de todo contacto humano, acabó rendido ante los cuidados de Andrea, que había aceptado estoicamente cargarse a la espalda la supervivencia del indescifrable Manuel.
Ella procuraba la puntualidad en cada una de sus atenciones, aguardando pacientemente que él demuestre su gratitud permitiendo alguna caricia. Con cada comida nació un léxico sin palabras, un código de miradas que raras veces les fue ilegible, aunque él todavía rehuía las manos de su compañera.
Fue un lluvioso amanecer que ella llegó rendida por un dolor jamás explicado, su mirada helada mostraba una tristeza que la hacía desconocida y se tumbó en la cama como quien se resigna a esperar la muerte. El pavor colmó a Manuel cuando pensó que jamás la alegría volvería a los ojos de Andrea, y lo empujó sigilosamente a su lado. Al sentirse inadvertido su desesperación reclamó los mimos que ella tanto había intentado, pero sus miradas no fueron comprendidas, no vislumbró otra salida que entregarse confiado al tacto de su compañera, encontró una de sus manos y se arrastró como una serpiente para rozarla con su torso, ella despertó con la ternura de su fiel amigo y se recostó para cubrirlo con su brazos, la sequía de su llanto fue eclipsada con caudalosas lágrimas que humedecieron la piel de Manuel, que correspondió todas las atenciones recibidas con su inmutable compañía.
Desde ese día no le ocurrió a uno desventura que no fuera aplacada con el mudo consuelo del otro. Tan profundamente se ligaron sus almas, que distanciados intuían sus pesares y alegrías. Cada vez que Andrea llegaba al hogar, encontraba a Manuel frente a la puerta con miradas afines a sus sortilegios.
Contra todo presagio de la naturaleza, Manuel nunca se atrevió a dejar el departamento que habría de convertirse en su espacio absoluto. Para él nada era más necesario que el lugar que les pertenecía, por eso fue mayúscula su sorpresa cuando Andrea llegó con una amiga. Hasta entonces, la descorazonadora sensación de suelo ausente no se había manifestado, él no había imaginado la existencia de terceros en sus íntimos espacios, por eso cuando las vio, corrió a ocultarse debajo de un sofá y se rehusó a salir hasta que la azarosa visita terminó, una vez cerrada la puerta miró a Andrea con un celoso rencor que le duró varios días.
La frecuencia de las visitas se hizo tan latente como las ausencias de su compañera, la nostalgia que anegaba a Manuel lo desbordaba, aguardaba él con obcecada ilusión las caricias de Andrea. La dramática incertidumbre de esos momentos provocaban fervientes despedidas, que llenas de consternación adquirían matices de aciagos finales. Sus oscilantes ánimos felinos se hicieron costumbre y su alma adquirió un carácter fragmentario.
Su feudo acabó invadido por la extravagancia de peculiares personajes. Contraviniendo sus celosas convicciones, germinaron afectos hacia varios de ellos, cuyas visitas incluso eran aguardadas con igual ansia que la compañía de Andrea.
La situación logró incontenibles descontroles cuando a las reuniones llegaban extraños que no guardaban consideración alguna con Manuel, varias veces encontró sus repositorios de alimento quebrados o llenos de vómitos alcohólicos. Ante fortuitos descuidos de Andrea, algunos visitantes lo tomaban desprevenido y exhalaban sobre su rostro humos pestilentes, el triste compañero despertaba con recuerdos partidos desconociendo los límites entre la realidad y la alucinación. La perdida destemplanza de despertar desconociendo si el cielo mostraba un amanecer o un atardecer causaron estragos en su ya ausente rutina, tardaba más tragando su comida que devolviéndola al suelo manchado por sus indisposiciones.
Su último día, innumerables forasteros fueron acarreados a la celebración del nuevo año, sus gritos parecían mudos por la música estridente, los olores de alcoholes y hierbas quemadas descendieron con el pasar de las horas y la desesperanza ahogó a Manuel en la impotencia de no encontrar un resquicio de cordura, tuvo la exasperada necesidad de escapar y sintió el encierro por primera vez, trepó al marco de la ventana sin mirar hacia afuera, buscó a Andrea en el gentío para despedirse con una mirada de melancolía, sus miradas se cruzaron por última vez y se lanzó desventurado a su fatídico destino.
El pánico de Andrea acompañó su presurosa marcha a la ventana, donde hacía un instante su amado compañero se había despedido, miró quince pisos abajo y vio la mancha del cadáver sobre el pavimento, sus últimas lágrimas se rindieron al vértigo que el vestigio de Manuel provocó, sus ojos se tornaron en secos glaciares y sintió el vacío del alma que jamás la volvería a acompañar.

Santa Cruz de la Sierra, 30 de mayo de 2009

Hoja en blanco

La vida me aleccionó sobre algunos placeres,
me interesó aquél de desvirgar a la doncella de blanco.
Así me enfrenté a ti, nívea y pura esperando
que mis huellas hieran tu inocencia y tu pureza,
causando cicatrices por heridas imborrables.

Te amo por estar limpia para mí,
libre para ser testimonio de mi amor,
eres tú que se entrega desinteresada,
esperando que mis atroces puñales
dejen en tu marmoleada superficie
mis mentiras y algunas de mis verdades.

Cuánto esperé ser escuchado,
cuánto te esperé plasmada en gentes,
cuánto deseé mis pensares inmortales.
Cuando fuiste blanca hoja de papel,
fuiste fiel lienzo de mi inspiración.

Santa Cruz de la Sierra, 30 de mayo de 2009